Hago de todo y no pierdo peso

Una alimentación balanceada, saludable, variada y la actividad física son fundamentales para la pérdida de peso. Puede que la falta de planificación o el hecho de no ponerse en manos de especialistas sean la causa; sin embargo, algunas veces también influyen otros factores tales como las hormonas. Una de ellas, el cortisol, relacionada con el estrés. Cuando se segrega en niveles muy elevados, el cortisol puede hacer que comas de más.

Esta hormona tiene múltiples funciones. Interviene en el metabolismo de carbohidratos, proteínas y grasas, regula el metabolismo muscular y del tejido conectivo, actúa sobre el metabolismo de huesos y del calcio y favorece la retención de sal y el control de la presión sanguínea, entre otras.

Pero no sólo tiene efectos a nivel físico, sino también neurológico. Esta hormona se secreta ante estímulos estresantes internos (como una bajada de azúcar) o externos, (como un ruido fuerte inesperado). Así, ante una situación de peligro y, por tanto, de estrés, se activan nuestros sistemas de alerta y empezamos a secretar esta hormona haciendo que todos los sistemas de nuestro cuerpo que no son vitales se frenen. Ello hace que el cuerpo empiece a almacenar energía en forma glucosa y de grasa. ¿Por qué? Porque el cuerpo es sabio y entiende que no sabe cuándo podrá volver a recibir alimentos con normalidad, ya que, ante una situación de estrés o lucha, necesita almacenar por si acaso.

Si hablamos de peso, el exceso de cortisol se caracteriza por un aumento fundamentalmente en la grasa visceral (interna), de predominio abdominal, y también provoca cambios sobre el músculo, que se traducen en cambios en el peso. Por ello cuando hay exceso de cortisol provocado por enfermedades o medicamentos, de una manera sostenida, se tiende a aumentar de peso.

Además, el cortisol también hace que las preferencias por los alimentos cambien porque, en exceso, propicia la ingesta de alimentos con elevada densidad energética. Eso ocurre porque el cuerpo tiende a pedir alimentos ricos en grasa y azúcar para favorecer su sistema de almacenamiento de energía. Del mismo modo, también afecta a los niveles de saciedad ya que hace que tengas menor sensación de saciedad y que comas más cantidad de ese alimento.

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Ariana Araujo Tovar

Nutricionista y creadora del Método COMA

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